El tratamiento de aguas residuales para las industrias es un proceso fundamental y obligatorio para cuidar el medio ambiente y aprovechar la mayor cantidad de agua posible. Uno de los equipos más utilizados para cumplir con este propósito es el biorreactor.
¿Qué es un biorreactor?
Los biorreactores funcionan como recipientes o sistemas con condiciones ambientales controladas para cultivar distintos tipos de microorganismos para el tratamiento de los efluentes de agua.
Algunas de las condiciones especiales que controlan son la oxigenación, presión, temperatura, pH, agitación, etc. Hay que destacar que un biorreactor debe ser capaz de resistir la presión de esterilización, así como la corrosión.
En resumen, los biorreactores están compuestos de tres principales partes:
- El recipiente principal en donde estará el cultivo;
- el módulo de control que contiene los componentes eléctricos del sistema para procesar, almacenar y presentar los resultados;
- así como los sensores y equipos auxiliares en algunos casos.
Para poder garantizar las condiciones que los microorganismos necesitan para proliferar, es necesario que los biorreactores cuenten con un baño termostático para el control de temperatura y la agitación. Así como un compresor de aire y un fluxómetro para controlar la oxigenación.
Aplicaciones de los biorreactores
Los biorreactores tienen un sin fin de aplicaciones en las industrias. Desde el sector salud, el energético, alimentación, agricultura, entre otros. Por ejemplo, en el sector energético los biorreactores suelen aprovecharse para producir biogás, etanol, biomasa, biodiesel, etc.
A continuación, nos enfocaremos en el biorreactor de membranas (MBR, por sus siglas en inglés) que es el recomendado para tratar aguas residuales de origen industrial.
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¿Qué es un biorreactor de membranas?
Los biorreactores de membranas funcionan a partir de la combinación de dos procesos que se aplican para el tratamiento de aguas. Primero, la degradación biológica a partir de los microorganismos; y luego, la separación física por medio de una membrana.
En otras palabras, una vez que se llevó a cabo la degradación biológica, tanto los sólidos en suspensión como los microorganismos que ya hicieron su trabajo son separados del agua tratada por medio de la filtración con una membrana.
Todo el resto de la biomasa se quedan dentro del sistema para tener un control adecuado y exacto del tiempo que los microorganismos están en el reactor. De acuerdo con los estudios que se han llevado a cabo a partir de este proceso, se ha demostrado una reducción de los contaminantes aproximada al 98 %.
A grosso modo, el reactor biológico de membranas es una evolución del proceso de lodos activos. Todo funciona, en un inicio, con un pretratamiento para luego pasar al reactor biológico. Posteriormente, se lleva a cabo separación de los sólidos con los líquidos y se procede a una recirculación de los lodos y el acondicionamiento del efluente.
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